Comienza donde nacen todas las raíces

En ConstelarQuito, hemos visto que muchas historias personales comienzan mucho antes del propio nacimiento. Las decisiones, pérdidas y amores de generaciones anteriores dejan huellas invisibles que influyen en la vida de cada persona.
En más de una ocasión, una participante ha descubierto a un abuelo del que nunca se habló, una hermana fallecida o un padre ausente cuya ausencia seguía marcando su camino.
Reconocer estas raíces familiares transforma el peso en fuerza, y convierte la historia familiar en un soporte para el presente.

Identifica las cadenas invisibles que atan

Los patrones familiares repetidos no son casualidad. Hemos acompañado a personas que eligen parejas ausentes, igual que lo hicieron su madre y su abuela, o que repiten crisis económicas vividas por generaciones anteriores.
En el trabajo sistémico, cuando el patrón se revela y se nombra, algo cambia.
Alguien puede decir internamente: “Lo siento si me metí en tu historia, ahora me quedo solo como tu hija, ahora tú por ti y yo por mi”. Ese instante marca el inicio de una verdadera libertad emocional.

Devuelve lo que no pertenece

En muchas familias, algunos miembros cargan con culpas, tristezas o responsabilidades que no les corresponden.
Hemos visto hijos que sienten que deben “cuidar” el matrimonio de sus padres o vivir por quienes murieron antes que ellos.
En una constelación, un participante pudo decirle a sus padres fallecidos: “Renuncio a salvarlos”.
Desde ese momento, su cuerpo cambió y la carga emocional se alivió.
Devolver lo que no es propio es un acto de amor y de respeto hacia quienes lo vivieron primero.

Dar un lugar a todo y a todos

El alma familiar encuentra equilibrio cuando todos pertenecen.
En nuestros talleres, presenciar que alguien incluye a un padre desconocido, a un hijo no nacido o a un familiar del que nadie hablaba abre un flujo nuevo de amor y reconciliación.
Una participante que llevaba años sin pareja pudo reconocer a su padre biológico en una constelación. No fue un acto idealizado, sino un gesto de inclusión que transformó la forma en que se relacionaba, se pudo dar cuenta como su irrespeto a los hombres los había alejado, así mismo como no los miraba, empezando por su papá. Cuando incluyó en su corazón a su padre, el movimiento de su futura pareja se acercó a ella con felicidad. 

Transformar el presente y abrir el futuro

Sanar desde la raíz no solo beneficia a quien lo hace, sino también a quienes vienen después.
Hemos visto cómo hijos o nietos reciben una energía más limpia cuando alguien en la familia ordena su sistema.
Una madre que sanó el abandono de su propio padre nos contó que, tiempo después, su hijo abrazaba a su papá con alegría, reflejando el cambio que ella había iniciado.

Formarte como constelador: un cambio que llega hasta las raíces

Imaginemos que somos un árbol. Las raíces están llenas de historias, algunas de amor y otras de dolor.
Si reciben cuidado, reconocimiento y el alimento del orden, el tronco se fortalece y las ramas se extienden hacia el cielo.
Cada hoja —las relaciones, decisiones y sueños— crece con más vida.
Formarse como constelador familiar es aprender a cuidar primero las propias raíces y luego acompañar a otros a fortalecer las suyas.

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